- Todo niño, sin distinción de raza, idioma o religión, tiene derecho a escuchar los más hermosos cuentos de la tradición oral de los pueblos, especialmente aquellos que estimulen su imaginación y su capacidad crítica.
- Todo niño tiene pleno derecho a exigir que sus padres le cuenten cuentos a cualquier hora del día. Aquellos padres que sean sorprendidos negándose a contar un cuento a un niño, no sólo incurren en un grave delito de omisión culposo, sino que están auto condenando a que sus hijos jamás vuelvan a pedir otro cuento.
- Todo niño que por una u otra razón no tenga a nadie que le cuente cuentos, tiene absoluto derecho a pedir al adulto de su preferencia que se los cuente, siempre y cuando este demuestre que lo hace con amor y ternura, que es como se cuentan los cuentos.
- Todo niño tiene derecho a escuchar cuentos sentados en las rodillas de sus abuelos. Aquellos que tengan vivos a sus cuatro abuelos podrán cederlos a otros niños que, por diversas razones, no tengan abuelos que se los cuenten. Del mismo modo, aquellos abuelos que carezcan de nietos están en libertad de acudir a escuelas, parques y otros lugares de concentración infantil donde, con entera libertad, podrán contar cuantos cuentos quieran.
- Todo niño está en el derecho de saber quiénes son José Martí, Hans Christian Andersen, Elsa Borneman, entre otros. Las personas adultas están en la obligación de poner al alcance de los niños todos los libros cuentos y poemas de estos autores.
- Todo niño goza a plenitud del derecho a conocer todas las fábulas, mitos y leyendas de la tradición oral de su país. En el caso de los niños venezolanos, éstos tienen perfecto derecho a interesarse en nuestros relatos indígenas y cuentos costumbristas, así como en toda aquella literatura creada por el pueblo.
- El niño tiene derecho a inventar y contar sus propios cuentos, así como modificar los ya existentes creando su propia versión. En aquellos casos de niños muy influidos por la televisión, sus padres están en la obligación de descontaminarlos conduciéndolos por los caminos de la imaginación, de la mano de un buen libro de cuentos infantiles.
- El niño tiene derecho a exigir cuentos nuevos. Los adultos están en la obligación de nutrirse permanentemente de nuevos relatos, propios o no, con o sin reyes, largos o cortos. Lo único obligatorio es que éstos sean hermosos e interesantes.
- El niño siempre tiene derecho a pedir otro cuento y a pedir que le cuenten un millón de veces el mismo cuento.
- Todo niño, por último, tiene derecho a crecer acompañado de las aventuras de “Tío Tigre y Tío Conejo”, de aquel caballo que era bien bonito, de la barba del viejo Lucho, del colorín colorado de los cuentos y del inmortal “Había una vez…”, palabra mágica que abre las puertas de la imaginación en la ruta hacia los sueños más hermosos de la niñez.
NOTA: Se desconoce el origen y autoría de este hermoso documento. Sabemos que se ha difundido dentro de Venezuela y fuera de sus fronteras; su contenido es una extraordinaria reflexión para padres, docentes y organizaciones interesadas en la formación de lectores autónomos, de allí la importancia de la lectura durante la infancia.
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